1.Finalidad y objetivos:
Las finalidades de un proyecto suelen estar relacionadas con
aspiraciones a gran escala, como por ejemplo el posicionamiento de la
marca o metas de rendimiento concretas. Comparados con éstas, los
objetivos son pasos intermedios o acciones inmediatas que contribuyen a
alcanzar las finalidades. Una finalidad puede estar respalda por varios
proyectos, cada uno de los cuales tiene objetivos específicos.
2. Destinatarios:
Todos los proyectos tienen un receptor o beneficiario. Esta categoría
se emplea sobre todo en el terreno del marketing, donde señala
directamente al público objetivo para el que las empresas elaboran sus
productos o servicios. A veces el curso de los proyectos suele estar
dado por las condiciones que fijan sus receptores.
3. Producto o servicio:
Es el elemento central del proyecto. En él se debe condensar todo el
trabajo previo de análisis conceptual, diseño, producción y estudio de
mercados. Sin embargo, no debe confundirse con el resultado final del
proyecto, que es de carácter general. El producto, por el contrario, es
sólo un medio para alcanzar los objetivos.
4. Actividades:
Todo proyecto tiene unas actividades, las cuales suelen subdividirse
en fases o etapas intermedias. Dichas fases son más o menos complejas
según del alcance del proyecto. A la hora de definir las tareas, lo más
recomendable es hacerlo siguiendo un orden lógico y realista que
garantice la evolución del proceso. Además, hay que tener en cuenta que
no todas las tareas tienen la misma importancia, por lo cual se hace
necesaria una labor previa de jerarquización de las mismas.
5. Calendario:
Asimismo, es recomendable definir unas fechas y unos plazos para el
desarrollo de cada tarea. Un calendario no es necesariamente una camisa
de fuerza; es, sobre todo, una guía de acción. Por tanto, debe diseñarse
con flexibilidad.
6. Recursos disponibles:
Son de dos tipos: humanos y materiales. En ambos sentidos, es
necesario precisarlos de la mejor manera y, a la vez, determinar en qué
momento del proceso deben emplearse. Esta estimación requiere, además,
de un margen de acción que permita la introducción de eventuales
recursos que no estén previstos.
7. Presupuesto:
Tiene que ver con la financiación de proyecto. Pero no sólo en
términos generales; si es preciso, el cálculo debe incluir el coste de
cada etapa y los gastos adicionales en los que pueda incurrir el grupo
de trabajo durante la ejecución de sus tareas.
8. Resultados:
Un proyecto debe especificar, además, la manera en que se expresarán
sus resultados. Generalmente, éstos se miden en función de si el proceso
ha cumplido con los objetivos que se trazaron al inicio. Sin embargo,
como la redacción de un proyecto se lleva a cabo antes de conocer los
resultados del mismo, en último término se trata de definir aquello que
se quiere alcanzar. En esta tarea hay que ser preciso, realista y evitar
vaguedades o escenarios demasiado abstractos.
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